El concepto fundamental de este ejercicio es “quitar presión”. Normalmente el consejo que escuchamos es “respira profundo“, pero respirar profundamente no ayuda. Hacer una inspiración que llene nuestros pulmones hace que la presión interna aumente. Imagina a una persona a punto de explotar llenando sus pulmones.
La inhalación aumenta la energía, instintivamente es lo primero que hacemos antes de un esfuerzo, y la exhalación relaja, prepara para el descanso. Cuando lo que queremos es controlar la ira, lo que necesitamos es exhalar fuertemente, soltar toda la presión, no aumentarla.
- El principio es muy simple: suelta el aire en cuanto sientas que la ira te sobreviene, y hazlo con fuerza vaciando bien tus pulmones.
- Tú sabes cuándo comienza a aumentar la presión dentro de ti, sabes cómo comienza el arranque de ira. En ese preciso momento haz una fuerte y larga expulsión de aire. Vacía completamente tus pulmones.
- No inspires hasta que tu propio cuerpo lo haga. Es decir, no se trata de hacer una exhalación y después “hacer” una inhalación, sino de hacer voluntariamente la exhalación y después dejar que espontáneamente el cuerpo inhale, cuando lo necesite.
- Después de que se haga la inhalación, haz otra exhalación fuerte que vacíe tus pulmones. Vuelve a esperar a que tu cuerpo inhale espontáneamente.
- Repite el proceso algunas veces más exhalando fuertemente y vaciando tus pulmones, hasta que compruebes que la presión ha disminuído y te sientes más tranquilo.
- Con esa nueva sensación de calma, sigue respirando tranquilamentente, inhala y exhala por la nariz, a un ritmo pausado y regular.
- Recuerda que “las cosas son del color del cristal con que se mira”. Cuando estamos tranquilos las cosas se ven diferentes.