Menor consumo calórico
Las señales químicas que el estómago envía al cerebro para informarle de que se ha consumido la cantidad suficiente de alimentos suponen un intervalo de tiempo a tener en cuenta para aminorar el ritmo al que se come. Las personas con un peso normal que comen más despacio ingieren una cantidad menor de calorías.
Aumento de la saciedad
Al acabar de comer, la sensación de hambre es menor tras finalizar aquellas comidas que se realizan a un ritmo más pausado, independientemente del peso de la persona.
Menos molestias digestivas
El hipo o los gases pueden presentarse más a menudo dada la rapidez con la que se come, ya que junto con los alimentos puede llegar al organismo una mayor cantidad aire.
Más placer para los sentidos
Una comida a toda prisa impide que el gusto, la textura, el aroma y el color de los alimentos que participan en el plato se disfruten mientras se está comiendo. Más tiempo para comer se traduce en más tiempo para agradar al paladar y al olfato. Sin lugar a dudas que será uno de los momentos del día más adecuados para disipar parte del estrés acumulado.
Mejor hidratación
Quienes participaron en una comida más relajada consumieron más cantidad de agua. El mayor consumo de agua al comer despacio probablemente produce la distensión del estómago y contribuye a un menor consumo de alimentos.